jueves, 15 de noviembre de 2007

Simón Rodriguez

Setiembre de 2007

Vida y obra de Simón Rodríguez

Por: Wilfredo Gameros Castillo

SIMÓN RODRÍGUEZ fue de origen incierto. ¿Tuvo padre clérigo? ¿Fue expósito? Habría nacido en 1971 en Caracas. Según su biógrafo Miguel Amunátegui, “la fecha de nacimiento de los hijos bastardos; sobre todo de los sacrílegos no se conservan”. Se afirma que sus padres fueron Cayetano Carreño y Rosalía Rodríguez y que adoptó el apellido materno. Al morir tempranamente su padre, quedó bajo la tutela de su tío el Presbítero Rodríguez, sacerdote de gran saber.
Su origen oscuro no lo disminuyó, al contrario, adquirió un carácter altivo, duro e independiente pero por clase eligió a los pobres, a los indios, a los despreciados. Rodríguez es de inmensa inteligencia, pensador, maestro por excelencia, en una de sus frases expresa: Escribamos para nuestros hijos, pensemos en su suerte social, más bien que en sus comodidades dejémosles luces en lugar de caudales: la ignorancia es más de temer que la pobreza”. En 1794, con 23 años y fama de sabio, presentó al Cabildo de Caracas un proyecto de Escuelas Públicas con ideas pedagógicas revolucionarias.
Fue Feliciano Palacios, un abuelo de Simón Bolívar, quién buscó a Simón Rodríguez para que diese lecciones al futuro Libertador. Al genial discípulo no le enseñó solo aritmética y lenguaje, le enseñó la profesión de hombre.
El Maestro Rodríguez aborrece el sistema colonial, quiere una democracia en que los prejuicios de color, raza y origen no inhabiliten a los hombres y, conciente de que con reflexiones no se hacen revoluciones, se enrola en la revuelta de Gual y España en 1797, fracasada esta, solo le queda huir. Parte a Jamaica y Estados Unidos; recorre Europa.
Por estos años, Simón Bolívar estudia por España y Francia; y providencialmente se encuentra con su maestro en Viena en 1804, otros afirman que aquel encuentro fue en París. El maestro continúa su evangelio: “¿El oro sirve para alguna cosa? Viajan por Italia, y en Roma, en el Monte Sacro, un afiebrado Simón Bolívar de 22 años, prometió a su maestro: “ ¡Juro delante de Usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor y juro por mi Patria que no daré descanso a mi brazo: ni reposo a mi alma, hasta que no haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!”. La vida de Bolívar se reduce al cumplimiento de este juramento.
Después Bolívar regresa a Caracas, y posteriormente le llegan a Simón Rodríguez excitantes noticias de las campañas militares contra el poder español, de aquel aplicado discípulo suyo.
Simón Bolívar se encuentra en el Perú, organizando la campaña que finalizaría en la Batalla de Ayacucho, cuando recibe noticias de que Simón Rodríguez ha llegado a tierras colombianas; le escribe: “Oh, mi maestro; oh, mi amigo … Usted en Colombia … sin duda es usted el hombre más extraordinario del mundo… usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia … venga usted a encontrarme”. Rodríguez emprende viaje al Perú; ya libertado el Perú, es recibido por Bolívar un día de 1825 en el Palacio de Los Virreyes de Lima. En la marcha de Bolívar al Alto Perú, se incorpora Simón Rodríguez. El forzoso viaje a Venezuela del Libertador, y la renuncia de Sucre a la presidencia de Bolivia deja a Rodríguez como maestro y filósofo ambulante. Rodríguez viaja a Arequipa, a Chile, a Quito y el sur de Colombia. Simón Rodríguez murió en el puerto de Huaymas en marzo de 1854. En 1914 sus restos fueron trasladados al Panteón de Los Próceres en Lima. Desde el 28 de febrero de 1954 sus restos reposan en Caracas, en el Panteón Nacional.
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De la obra: Vida y obra de Simón Rodríguez, de Sonia Parvina y Roberto Gutiérrez, este último, como el autor de este artículo, ex alumno del Colegio Nacional Simón Rodríguez de Nasca.

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