jueves, 15 de noviembre de 2007

El desastre de La Macacona

El Peruano – Miércoles 06 de Abril de 2005
Diario La Opinión – Martes 19 de Julio de 2005


Semana Santa de 1822: La mayor derrota patriota de la Guerra de la Independencia

EL DESASTRE DE LA MACACONA – ICA

Wilfredo Gameros Castillo / Historiador

SEIS MESES DESPUES que el general José de San Martín proclamará la Independencia, envió a Ica una división de 2,244 hombres al mando del general Domingo Tristán. Siendo uno de los objetivos el apresto de nuevas tropas, la división llevó cuatro mil fusiles más. Precisamente lo que más afligía a los españoles era la falta de fusiles por el bloqueo del mar. Poco después de arribar la División del Sur a Ica, la noticia con sus detalles llegó al Cusco, al virrey José de la Serna, quién acarició la idea de derrotar esa División y tomar las armas que poseía. Así, decidió La Serna encargarle al Ejército de Jauja del general José de Canterac, la misión de atacar a la División del Sur.
El 26 de marzo de 1822, se puso en marcha, desde Jauja, el general Canterac con su selecta tropa de 2,000 hombres. Los patriotas se enteraron de la presencia de los realistas, recién el Viernes Santo 5 de abril, cuando intercambiaron disparos, en la hacienda Trapiche, en la campiña iqueña, fuerzas de caballería de exploración patriotas y realistas.
A la caída tarde del día 6, la división española acampó en el pueblo El Carmen, al acecho del indeciso e inexperto general Tristán y sus tropas, bajo la correcta suposición que, si el Ejercito Patriota abandonaba la ciudad, se retiraría por el norte de Ica.
Entre tanto, el general Tristán y el coronel Agustín Gamarra, sabedores del peligro, presidían una junta de guerra: Gamarra propuso retirarse a la Aguada de los Palos (Ocucaje). Otra proposición fue la de dividir la División en partidas de guerrillas y dispersarse. Otros fueron de la opinión de defenderse en la ciudad de Ica. Finalmente decidieron atacar al enemigo en El Carmen en la madrugada de 7. Pero, a las ocho de la noche, llegó un tal Reyes y expuso que el enemigo traía cuatro mil hombres. Simultáneamente el comandante de cívicos F. Nestares, a quién‚ Tristán y Gamarra "concebían como decidido por la causa", corroboró lo dicho por el tal Reyes. Ante estas noticias, cundió el pánico, siendo inútil la oposición de Gamarra; así pues se decidió la inmediata retirada a Pisco.
Solo algunos altos oficiales sabían de la retirada; pero el propio Tristán, cometió el incalificable error de avisar a las propietarias de La Macacona, diciéndoles que después de la media noche estaría de visita en su hacienda, pues se retiraba con la División.
A las once de la noche se inició la retirada. Se enviaron espías a La Macacona, los que no trajeron noticia alguna. Si el espionaje de los patriotas fue un desastre, el espionaje de los realistas fue digno de encomio: aquella noche recibieron el siguiente mensaje: “la División Tristán abandonará la ciudad de Ica en la noche del 6, y emprenderá la retirada hacia el N, camino de La Macacona, Pisco”. Entonces, al caer la noche, guiados por realistas iqueños, el ejército realista se ubicó entre los callejones del camino de La Macacona, a nueve kilómetros al norte de Ica. Era la una de la mañana del 7 de abril, Domingo de Resurrección de la Semana Santa de 1822, la luna brillaba sobre un horizonte clarísimo. Los españoles forman en columnas ocultas tras los altos zarzales, dentro de los callejones. Canterac se situó a retaguardia, en un descampado, para maniobrar al escuadrón selecto de Dragones de la Unión. Cuando el sargento mayor Agustín Lira llega corriendo precipitadamente, desde la vanguardia, y le dice al general Tristán: "mi general, los enemigos han ocupado ya La Macacona. ¡La División esta copada!” En ese momento suenan los disparos de uno y otro flanco. Las paredes del callejón parecen muros de fuego por los disparos. Llega el pánico y la desesperación. Los patriotas hacen fuego sobre los enemigos invisibles y sobre sí mismos. El coronel Gamarra le ordena al comandante del Nº 2 de Chile, Santiago Aldunate, que rechace las acometidas de los españoles y da órdenes a otros batallones. La retaguardia patriota está inactiva; la vanguardia debe responder sola al fuego de los infantes y caballería enemigos. La vanguardia patriota no puede adelantar, porque los adversarios, ni retroceder, porque lo impiden los cuerpos patriotas, el movimiento a los dos flancos lo obstruyen las paredes de la senda. A las tres de la mañana la victoria de los realistas es completa. El callejón de La Macacona queda repleto de heridos y cadáveres. Caen prisioneros mil patriotas. Capturan tres mil de los codiciados fusiles. Del Ejército del Sur solo escapan doscientos y tantos hombres. El general Domingo Tristán y el coronel Agustín Gamarra pudieron huir a Pisco.

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