jueves, 15 de noviembre de 2007

¿Por qué la magia del fútbol?

Noviembre de 1990. Estadio Barrio Obrero de La Victoria - LIMA.
Equipo "Juan Matta" de Nasca, cuando militaba en la Segunda División de Fútbol Profesional. Acompaña Wilfredo Gameros Castillo, que meses después, cuando la Comisión de Justicia de la Federación Peruana de Fútbol groseramente anulara el triunfo del equipo nasqueño en la definición por la baja de esa categoría, como dirigente, asumiría la defensa del Club Juan Matta.

El Peruano – Lunes 10 de Junio de 2006

¿Por qué la magia del fútbol?

Wilfredo Gameros Castillo - Ex dirigente deportivo


El zoólogo y antropólogo inglés, Desmond Morris, relata en su libro “El Mono Desnudo”, que cuando un amo arroja un palo para que lo coja su perro, éste acude velozmente para traer el palo en el hocico, moviendo la cola como muestra de felicidad. Esa alegría es porque su necesidad frustrada de cazar se ve cumplida: el perro, íntimamente mantiene los impulsos de cazador que le acompañaron durante millones de años a sus antepasados. Es decir, no se ha sacudido de la herencia genética acumulada en esos millones de años que fue cazador.
El mismo Desmond Morris en su libro “El Deporte Rey” escribe que de todos los sucesos de la historia humana, el que suele convocar mayor audiencia no es un acontecimiento político ni la celebración de algún logro en las ciencias o las artes, sino un partido de fútbol de una final de la Copa del Mundo. Se plantea, además, varias interrogantes: ¿por qué todas las ciudades tienen un estadio?, ¿por qué miles de personas juegan al fútbol y por qué otros millones de personas observan cómo lo hacen?, ¿qué satisfacción puede procurarles?
Después de un exhaustivo estudio, con el instrumental científico que posee, llega a la conclusión de que las raíces del fútbol se remontan a las profundidades de nuestro pasado primitivo, cuando nuestros pasados vivían y morían como cazadores de bestias salvajes: casi toda la historia de la evolución del hombre pertenece al periodo de la caza, en que la persecución de la presa no era un deporte, sino también cuestión de supervivencia.
Al “bajar del árbol”, y evolucionar de mono a hombre, debió erguirse sobre sus dos miembros posteriores, para capturar presas tuvo que ser ágil y resistente, debiendo requerir mejor respiración y pecho más amplio, la caza le exigió inteligencia y valor, y actuando en una partida de caza, planear estrategias, idear tácticas, correr riesgos y poner trampas, debió mejorar su capacidad de comunicación y cooperación con sus compañeros, para finalmente, tirar a matar. Esta etapa de evolución del hombre abarca mucho más de tres millones de años, y estamos de acuerdo en que las habilidades adquiridas por el cazador primitivo son las que requiere exactamente el futbolista. Vale decir que los futbolistas y los que lo observan son cazadores frustrados, puesto que ningún otro deporte reúne la mágica mezcla de elementos presentes en los millones de años que fueron cazadores nuestros antepasados.

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